domingo, 30 de marzo de 2014

RECURSO DE FULGORES

Buscamos el amor Eurídice, esa diminuta luciérnaga que arde y se apaga incansablemente.

Anoche dormí cobijado por tu sueño húmedo, higuera mutilada que derrama leche ebria por sus peciolos abiertos, mientras tardíamente  conjugamos juntos el verbo incendio.

Abramos el armario Eurídice, posiblemente el amor este arrumbado entre juegos de cajas chinas, abanicos de sándalo, cucharitas de plata, manteles con encaje de Brujas; oculto entre lepismas, palisandros y lacas.

Mientras nos besábamos, el amor forzó la cerradura de bronce, ahora puede estar libre y perdido en las esquinas de tu dormitorio, que es ataúd y útero al mismo tiempo.

Tu sombra percude los espejos empañados, deteriora  las ventanas cerradas y  cubiertas de vaho, dilata de asombro las pupilas. Entonces me ovillo mientras te deshojas como lirio de agosto.

Leo a Pizarnik  sus poemas me arden en los ojos, porque su voz escrita es inmenso pájaro muerto. Entonces entiendo; el amor dolido está entre las páginas de esta suicida, en los párrafos de su poema Madrugada:

“El viento y la lluvia me borraron
como a un fuego, como a un poema
escrito en un muro”.

Sus palabras Eurídice, me lloran en el alma. Fueron vanos los intentos por encontrar el amor diluido. Sin noticias, el verbo incendio se consumió, entonces el humo fue débil esperanza de vida. Las cenizas volaron, ascendieron en pequeñas fumarolas, estornudos grises entre los rescoldos de la noche.


Octubre de 2009    

2 comentarios:

  1. El texto tiene una resonancia poética en la voz del personaje.

    Ignacio García

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  2. Su texto me ha parecido definitivamente excelente: es el justo medio entre la poesía y la narrativa.

    José Antonio Duran

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