domingo, 31 de mayo de 2015

UN POEMA DE JORGE LUIS BORGES (FRAGMENTO)


La luna ignora que es tranquila y clara
y ni siquiera sabe que es la luna. 

LA FLOR DE FUEGO (FRAGMENTO)


Como estaba descontenta y Pisanello había pintado ya todos los pájaros del mundo. Leonora se puso a inventar otra vez la realidad. Hizo estudios de zoología fantástica y el Gavilán de Horus vuela por sus cuadros vestido de arlequín. –Sí, (afirma Leonora) me acaban de regalar el libro de Jorge Luis Borges, pero en sus páginas no he hecho más que saludar a mis antiguos conocidos, Leviatán y Behemot, al Fénix, al ave de Roc, al Cancerbero, al Unicornio y al Ciervo Celestial, al pez Jasconio que San Brandan tomó por isla y edificó en su lomo una catedral. Conozco a todos los animales metafísicos de Dante y de San Juan. En mis sueños de niña hacía espléndidas cosechas de cabezas de Hidra y de alas de Basilisco.

Elena Poniatowska
La Jornada Semanal 4 de noviembre de 2007 

MINUETO PARA UNA SEÑORITA SOLA


Después de cinco horas de espera, Marcia estaba nerviosa, impaciente, inquieta.

De tanto estar sentada le dolían las vértebras y sentía la pelvis desarticulada. Trató de hojear una revista pero no pudo concentrarse, imaginó entonces un zoológico en llamas, pero desechó inmediatamente la idea y decidió mejor asomarse a la ventana. En el piso de enfrente, a través del ventanal, dos hombres jóvenes intentaban quitarse la ropa mientras se besaban con fruición. Curiosa y con la entrepierna húmeda, empezó a observarlos detenidamente, hasta que su visión se transformó en un sol incandescente, en una nova a punto de explotar.

Marcia terminó bañada de amarillos metálicos y de reflejos de ámbar solo por un momento, porque las estrellas fugaces de su vida, acabaron cercenadas por la guillotina inverosímil del tiempo.

Enfrente, dos jóvenes vestidos impecablemente, observaban a Marcia que se desvanecía como una figura de arena.

Enero de 1989


EL DESEQUILIBRIO DE LA BALANZA


Anselmo sintió que la garganta se le cerraba como si un par de tenazas la aprisionaran. Sudó frio y sin poderse contener se orinó en los pantalones. Despertó invadido por la humedad en los muslos. El cañón de una pistola le apuntaba en la cara.

¡Pinche cabrón de mierda, ahora si te va a llevar la chingada!

Trató de llevarse las manos a la garganta. Un tronido le reventó el rostro y salpicó las almohadas de sangre. El olor de pólvora doblegó al de amoniaco, y tranquilamente se disolvió a través de las ventanas abiertas.


Noviembre de 2013