¿Quieren el féretro del viento
agazapado entre mis greñas?
¿Quieren el ansia del arroyo,
muerta en mi muerte de poeta?
¿Quieren el sol desmantelado
ya consumido en mis arterias?
¿Quieren la sombra de mi sombra
donde no quede ni una estrella?
Casi no puedo con el mundo
que azota entero mi conciencia…
¡Dadme mi número! No quiero
que hasta el amor se me desprenda…
¡Dadme mi número, porque si no,
me moriré después de muerta!
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