lunes, 24 de marzo de 2014

LLOVIZNA DE SILENCIO

En una noche inmensamente silenciosa como pocas, donde no se escuchan ni el barullo del viento, ni el rumor de las olas que terminan por desaparecer en la playa.

Una joven mujer camina con dos niñas, una de cada mano. Al fondo el viejo faro continua  con su rutina de siempre.

Esta es la portada del cuarto libro de María de Lourdes,  LLOVIZNA DE SILENCIO, que en su poemario SANTUARIO DE VERSOS, nos obsequia 21 poemas inusitados, trabajos en verso libre signados con la cruz de la esperanza y la belleza de los amaneceres. Propuestas que poseen cuerpo y alma porque fueron gestadas mientras la autora escuchaba la música de Massenet y ponía a buen recaudo el lirismo más puro que es el inspirado por el amor.

                    Por mi ventana
                      el viento rodaba

Escribe Lulú, pero el viento tranquilo de las noches entraba por una ventana y salía por otra llevándole ecos de otros vientos, de distancias remotas, de sortilegios para bordar sus poemas, y así poder escribir:

                     Tuvo que ser primavera
                     porque miré la rosa,
                     porque me hirió su espina,
                     porque lloré rocío
                     y en la fértil pradera
                     germiné junto a ti.

Pero también se permite hacer juego de palabras para recordarnos la imposibilidad de la negligencia:

                     ¿Recuerdas…
                      que olvidamos recordar
                      nuestros recuerdos?

Lulú es una poeta forjada lentamente en el yunque de las sensaciones nobles, acrisolada en la luz de la esperanza, protegida por el sentimiento de amistad que la une con la vida.
De su poema Llovizna de silencio, me permito escribir lo siguiente:

La marea lenta, llena de silencios y susurros, que maneja María de Lourdes con sus dedos y las fibras del corazón, tienen una directriz fijada desde que la luz es luz y el agua de mar es infinita. El viento sopla para que todo navegue y el calor saque a relucir los misterios de una piel que no ha perdido la capacidad de asombro, y el sol se esconda en invierno y los sueños sean rapsodias que se repiten en los silencios más profundos. En el mapa privilegiado de la escritora, existen mundos, cielos, estrellas que son alfabetos, lunas, y las estaciones del año cambian de primaveras a otoños. Pero es aún más, porque el cierzo del norte, sólo se cubre con el manto nocturno de los sueños.
Esta marea lenta regurgita en ocasiones, pero María de Lourdes no pierde el timón, y con brazos ondulantes desciende a ese mar que es madre y mausoleo infausto, ahí puede contemplar cardúmenes, cetáceos perdidos, mustios habitantes que se mueven con una rapidez inusitada.

La propuesta de la creadora es infinita, no existe borrasca que la detenga ni tempestad que la limite en la búsqueda inagotable del oscuro objeto del deseo, la llovizna es el plano, y el silencio convertido en lirismo, el más hermoso estado de gracia de María de Lourdes.


Coatzacoalcos Veracruz julio de 2012


1 comentario:

  1. ¡Qué hermoso!... leer tu presentación me trasladó al cielo... desde donde se gestó mi "llovizna de silencio"... Gracias amigo querido...

    Lulú Marín de Muñoz

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