La correspondencia de Van Gogh con Anton Van Rappard, publicada ahora por primera vez en castellano, resulta complementaria de la famosa selección de Cartas a Théo, en primer lugar porque al aparecer prácticamente íntegra, no nos escamotea sabrosos detalles de la vida cotidiana y nos facilita así acercarnos a un Van Gogh de carne y hueso, impertinente incorregible, predicador incansable, huraño con todo el mundo y buscando angustiosamente calor humano…
En
segundo lugar porque abarca la época de formación del pintor, época a la que la
aludida selección de cartas a su hermano presta poca atención —en especial por
lo que al periodo de La Haya se refiere— y nos muestra así un Van Gogh
“inédito”, que lucha por vender, se empeña en ser ilustrador, se obsesiona con
la técnica litográfica y declara que su tema favorito es la sala de espera de
los viajeros de tercera clase… sin dejar por eso de ser el mismo Van Gogh de siempre.
Gabriel Hormaechea
Parsifal Ediciones 1992
Portada: El cartero
Joseph Roulin de Vincent Van Gogh
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