Anunciada por el rumor del viento, la mujer sin edad,
incita la aparición de una atmósfera mágica, alucinante. Camina
parsimoniosamente entre tilos y eucaliptos, pisando el suave musgo y la
incipiente turbera, como si flotara con su vestido blanco de mil vuelos, entre
zarzas y madreselvas, acariciando los helechos húmedos y las tiernas
esparragueras. Es una mujer hermosa, con el cabello azafranado cuajado de
jazmines, unos ojos color agua de mar, unos labios afrutados, y un cutis de
lirios recién abiertos. Se hace acompañar siempre de liebres y cervatos, de
mariposas y efímeras. Cuando se sienta, acarrea el murmullo de las estrellas,
sofoca los atardeceres solemnes, incita el nacimiento de la lluvia y la caída
de las hojas secas. En la noche, mientras ululan los búhos, baila, se agita,
enloquece entre los tréboles y la hiedra, entre los líquenes y las piedras, imitando
el sonido de los autillos, y al alba el rumor de las fieras. Es virgen y es
madre. A veces cuando las clepsidras se descomponen, flota con su vestido ampón
desparramado en siemprevivas, hasta desaparecer en el poniente como un astro
moribundo.
José González Gálvez
José González Gálvez
Ramos Arizpe Coahuila 1977
Fotografía: Flor Garduño
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