sábado, 30 de septiembre de 2017

LISBOA Y LOS FANTASMAS DE LA AUSENCIA


Todos hemos experimentado alguna vez la sensación, pero nos ha faltado la palabra ideal para nombrarla. Hablamos entonces de una nostalgia que duele hondo, algo así como un quejido fantasmal que corre por las venas y se instala en el tuétano para recordarnos las ausencias marinas que nos habitan. Los portugueses, que en esto de navegar los mares de la tristeza poética tienen callo de almirantes, bautizaron a esta inquietante sensación como saudade.

Cuando una persona es invadida por la saudade, lo mejor que contrae es un inmenso deseo de escribir poemas. Cada poema no es ya, pues, algo que leemos, sino concretamente una cosa que nos pasa y que nos duele, que enciende los fuegos más recónditos del alma. Los poemas son, por tradición, un canto triste, de textura quimérica y extensión oceánica. La saudade es una sensación que nace, crece, se reproduce y se estremece a partir de un silencio solitario y estruendoso. Acaso el más sonoro de todos los silencios en mitad del más terso de todos los naufragios.


Xavier Velazco 

TRATOS Y RETRATOS


Entrevista de Silvia Lemus a Elena Poniatowska


La astronomía se hace en las placas, tomas placas y después esas placas las observas durante horas y ahí es donde descubres las estrellas. Él (Guillermo Haro) descubrió muchas estrellas, las estrellas Theta Tauri, enanas blancas, y dijo que había descubierto una estrella que le iban a poner el nombre de Paula Haro, pero yo creo que no alcanzó a ponerla. Pero sí hay una constelación Poniatowski en el cielo, entonces ya por lo menos del lado Poniatowski ya hay algo en el cielo. Hay dos cosas muy poéticas, una constelación y una rosa, que se llama la rosa Poniatowska, y no sé qué rosa será ni de qué color. 


MESTIZO


Para Alba Malpica.

La Mar Océana en la placidez de su extensión, regurgita olas pardas como lomos de manatíes que se soñaron sirenas. Todo es calma, pero no silencio, porque el rumor de la mar es continuo, pausado, rítmico, en un vaivén de oleaje perpetuo. No existe infinito porque no existen fronteras que puedan contener una mar tan grande en un planisferio de navegante.

     De pronto la tranquilidad se ve rota por una arteria eléctrica. Un despliegue de luz anuncia la presencia de la divina serpiente emplumada, que se ondula y se busca a sí misma para morderse la cola, encerrada en un fonograma de chirimías y timbales.

     La tormenta fosforescente se calma, la serpiente con plumas de quetzal se pierde en el cielo interminable. Asciende convertida en estrella.

     La mar vuelve a la calma hasta que se ve interrumpida por tres enormes casas flotantes que despliegan sus velas como alas de gaviota. Son las carabelas que traen de otro continente a los hombres blancos y barbados, a los coalli prometidos, a la peste, a la guerra.

    Imperturbable, dentro de su majestuosidad de astro, la divina serpiente espera.

José González Gálvez 

Coatzacoalcos Veracruz 2008




LA CASA ETERNA DE OCTAVIO PAZ


OCTAVIO PAZ LOZANO, nació en la ciudad de México el 31 de  marzo  de 1914 en una vieja casona ubicada en Mixcoac. Fue poeta, narrador, ensayista, traductor y editor. Estudió en las facultades de  Leyes y Filosofía y Letras de la Universidad Nacional. Publicó su primer libro de poesía, “Luna silvestre”, en 1933. Conforman su obra poética quince títulos.

Como ensayista, produjo trabajos de una relevancia indiscutible, no sólo en el ámbito literario sino también en la discusión política, moral y filosófica de las ideas. “El laberinto de la soledad” (1950) constituye una de sus más lúcidas reflexiones en torno del espíritu nacional y de la idiosincrasia del mexicano.

Fungió además como editor y divulgador de la cultura mexicana y universal. Fundó y dirigió las revistas “Barandal” (1931), “Taller” (1938-1941), “Plural” (1971-1976) y “Vuelta” (1976).

En 1955 constituyó  el grupo poético “Poesía en Voz Alta”, conjuntamente con Juan José Arreola, Juan José Gurrola, Juan Soriano, José Luis Ibáñez, Héctor Mendoza y Leonora Carrington; y posteriormente inició una colaboración en la “Revista mexicana de literatura” y en “El corno emplumado”. En ambas publicaciones defendió las posiciones experimentales del arte contemporáneo.

A partir de 1991 dio inicio la publicación de sus “Obras completas”, ordenadas y revisas por él mismo, planeadas en catorce volúmenes con casi la totalidad de su fecunda tarea literaria.

En 1990 le fue concedido el Premio Nobel de Literatura. Al respecto,  Paz mencionó en una entrevista: “El Nobel no es un pasaporte a la inmortalidad. La relativa inmortalidad de las obras literarias y artísticas lo da la calidad.

Tres mujeres marcaron definitivamente la vida de Octavio Paz: Elena Garro, Bona Tibertelli de Pisis y Marie-José Tramini. Para el creador de poemas, las mujeres que duermen a su lado: “se convierten, con sus monumentos y sus estatuas, sus historias y sus leyendas, en un manantial hecho de muchos ojos y cada ojo refleja el mismo paisaje detenido”.

Paz se mantuvo siempre en el centro de la discusión artística, política y social del país. Su poesía se adentró en los terrenos del erotismo, la experimentación formal y la reflexión sobre el destino del hombre.

La noche del 19 de abril de 1998, víctima de cáncer, fallece a la edad de 84 años en la Casa Alvarado de Coyoacán.

                    “Mi casa fueron mis palabras. Mi tumba el aire” 

 José González Gálvez 

Septiembre de 2010

jueves, 31 de agosto de 2017

CIRCUNLOQUIOS

Me desbordo
como miel sobre tus labios
lento
gota a gota
resbalando
por un cuello de Modigliani,
areolas extendidas
pezones erguidos
escurriendo
con parsimonia,
llegar al ombligo
luego la oquedad de carne transida
un espasmo inconcluso
himen fanerógama herida
savia que sabe a fruto marino.

José González Gálvez 


Abril de 2004


Imagen: Amedeo Modigliani 

El amor según EISEMBERG


X

Si el corazón cambia de amores
no avisa del extravío:

A rastras se interna por senderos
donde encuentra que la luz
es combustible puro

A ti también te hallo
Lo anoto aquí
con esa misma
       luz sobre los párpados


Ignacio García

sábado, 15 de julio de 2017

JUAN RULFO: FRASE


CARTA A LOURDES MARÍN



Buenas noches mi querida amiga Lulú, sabes estoy leyendo muy emocionado la novela “Leonora” de Elena Poniatowska. Te cuento que el separador que me acompaña, es el  que tan amablemente me trajiste de Tailandia, uno de madera que tiene como altorrelieve dos hermosos paquidermos ¿lo recuerdas?

Dime amiga, ¿como encontraste a tu papá?, guardo como anécdota, el relato del paciente que salía del hospital y que debido al encontronazo que tuvo con el auto que manejaba tu papá, volvió a regresar para ser nuevamente atendido. Así me lo contaste y así lo tengo fijado.

Mira, quiero enviarte una crónica del Taller de los Bernales, es de mi autoría, pero la siento falta de engranaje, es para incluirla en el blog, y me será de mucha tranquilidad que la revises y me des tu opinión.

Muchas gracias amiga de lujo. Te envío como siempre un abrazo fortísimo.

Posdata: saludos al Negrito

José González Gálvez 


Martes 12 de abril 2011

EL PASEO


Para Omar Béjar Gómez

En el país de los ciegos el tuerto es rey, y en el país de los reyes los ciegos son pordioseros, vociferaba mi abuelo Asdrubal II, bautizado así en memoria de un emperador sanguinario y caníbal del lejano oriente; cuando pasaba la hilera de invidentes harapientos que caminaban en fila, tomados del hombro, uno a uno, por la mano derecha del otro, como imágenes grotescas escapadas de una pintura de Brueghel el Viejo.

Transitaban parsimoniosamente, con la lentitud propia de los discapacitados, como si fueran tortugas sedientas, formando el cabalístico número siete, cubiertos con sus gorros frigios y sus mantos deshilachados a modo de capas españolas, con sus pantalones remendados y parchados como payasos en decadencia, bajo el baño inclemente del sol de mayo.

A pesar de sus gritos desaforados, mi abuelo vivía atemorizado, porque en el fondo aunque no lo dijera, temía finalizar como ellos, limosneando todos los sábados los veinte centavos de pan dulce y el cuartillo de leche de vaca. Por eso los insultaba, por miedo, por un dolor que era inútil sentirlo, porque mi abuelo nunca acabaría como los ciegos que odiaba. Era un hombre acaudalado, dueño de tierras que ya habían perdido sus límites por el paso de las generaciones.

Por eso soy un muchacho apaciguado, que prefiere fumar la pipa de la paz de las conciencias en orden y la seguridad de una vejez acomodada, meciéndome en un sillón de madera y respirando el perfume tranquilo de las glicinas y los geranios.

José González Gálvez 


Diciembre de 1988

lunes, 22 de mayo de 2017

CORPOREIDAD



La noche gozosa
se esconde entre las sábanas
de tu cuerpo.

José González Galvez 

Principios de agosto de 2016


Imagen: Arnold Belkin

LA FÓRMULA SECRETA



I

Ustedes dirán que es pura necedad la mía,
que es un desatino lamentarse de la suerte,
y cuantimás de esta tierra pasmada
donde nos olvidó el destino.

La verdad es que cuesta trabajo aclimatarse al hambre.

Y aunque digan que el hambre
repartida entre muchos
toca a menos,
lo único cierto es que todos aquí
estamos a medio morir
y no tenemos siquiera
donde caernos muertos.

Según parece
ya nos viene de a derecho la de malas.
Nada de que hay que echarle nudo ciego a este asunto.
Nada de eso.
Desde que el mundo es mundo
hemos echado a andar con el ombligo pegado al espinazo
y agarrándonos del viento con las uñas.

Se nos regatea hasta la sombra,
y a pesar de todo así seguimos:
medio aturdidos por el maldecido sol
que nos cunde a diario a despedazos,
siempre con la misma jeringa,
como si quisiera vivir más el rescoldo.
Aunque bien sabemos
que ni ardiendo en brasas
se nos prenderá la suerte.

Pero somos porfiados.
Tal vez esto tenga compostura.

El mundo está inundado de gente como nosotros,
de mucha gente como nosotros.
Y alguien tiene que oírnos,
alguien y algunos más,
aunque les revienten o reboten nuestros gritos.
No es que seamos alzados,
ni es que le estemos pidiendo limosnas a la luna.
Ni está en nuestro camino buscar de prisa la covacha,
o arrancar pa´l monte
cada vez que nos cuchilean los perros.

Alguien tendrá que oírnos.

Cuando dejemos de gruñir como avispas en enjambre,
o nos volvamos cola de remolino,
o cuando terminemos por escurrirnos sobre la tierra
como un relámpago de muertos,
entonces
tal vez llegue a todos el remedio.

II

Cola de relámpago
remolino de muertos.
Con el vuelo que llevan,
poco les durará es esfuerzo.
Tal vez acaben deshechos en espuma
o se los trague este aire lleno de cenizas.
Y hasta pueden perderse
yendo a tientas
entre la revuelta oscuridad.
Al fin y al cabo ya son puro escombro.
El alma se ha de haber partido
de tanto darle potreones a la vida.
Puede que se acalambren
entre las hebras heladas de la noche.
O el miedo los liquide
borrándoles hasta el resuello.

San Mateo amaneció ayer con la cara ensombrecida.
                                                     Ruega por nosotros.
Ánimas benditas del purgatorio.
                                                      Ruega por nosotros.
Tal alta que está la noche y ni con qué velarlos.
                                                      Ruega por nosotros.
Santo Dios, Santo Inmortal.
                                                       Ruega por nosotros.
Ya están todos pachiches de tanto que el sol les ha sorbido el jugo.
                                                       Ruega por nosotros.
Santo san Antoñito.
                                                       Ruega por nosotros.
Atajo de malvados, retahíla de vagos.
                                                       Ruega por nosotros.
Cáfila de bandidos.
                                                       Ruega por nosotros.
Al menos éstos ya no vivirán calados por el hambre.

Imagen: Rubén Gámez

VAMOS AL CIRCO



Con más de 120 textos de escritores de Argentina, Colombia, España, Estados Unidos, Perú, Venezuela y México, esta antología presenta relatos sorpresivos y breves inspirados en las evocaciones de los actos prodigiosos de gente insólita.

Antólogos
Agustín Monsreal
Fernando Sánchez Clelo





domingo, 16 de abril de 2017

CON EL RECUERDO DE TU NOMBRE EN MIS LABIOS



Todo se mueve en el oleaje interno
de tu orgasmo.
Cuando me separas
soy un buzo sin escafandra
que se ahoga
en el reflujo sexuado de hipérboles.
Tu voz me sabe a mar amándote
como juego de cetáceos gigantescos
antes de la copula.
Eco intenso de dolor
en el laberinto de medusas trasparentes.
Mar adentro de tu cuerpo
fluyendo rabioso por tus orificios expuestos.
Que solitario y callado estoy
en el océano de tu piel debilitada.
Es tu olor que me huele
a sargazos, trilobites, radiolarios.
Amar, amargura, amarre
todo me confunde en la brújula descarapelada
de un buque solitario.

José González Gálvez 

Septiembre de 2009



RESPLANDOR UNO


La estrella se expandía y se enfriaba, haciéndose
otra vez una nube desgarrada y roja.


Arthur C. Clarke: El fin de la infancia
        

Después de la segunda explosión, Fetia 063 una joven delgada y pálida debido a la falta de luz natural, despertó turbada y con un desorden de congoja en el cuerpo. Quiso hablar, pero sus palabras eran simplemente un remedo, un murmullo ininteligible.

Se levantó con dificultad. La oscuridad parecía filtrarse a través de un embudo gigante. Pulsó el interruptor. Las cortinas de metal se corrieron lentamente produciendo un chillido penetrante. Los ventanales perfilaban un horizonte fastuoso; el cielo parecía un enjambre de puntos luminosos. Apesadumbrada trató de recordar su origen pero no pudo, una membrana pálida se había formado poco a poco alrededor de su cerebro como un capullo de seda translúcida.

Desde pequeña soñaba con estrellas fugaces, con caudas de cometas, con lluvia de aerolitos, con polvo sideral. La mañana de la anunciación, las puntas de cristal estaban intactas, los obeliscos permanecían inalterables, las pirámides cumplían con su misión, pero los museos habían cerrado sus puertas. La historia había claudicado al paso de las novedades, deteriorada por el movimiento de las barras magnéticas y los asteroides. Fetia 063 había renunciado a su investigación de Phobos y Deimos, de pronto los satélites artificiales de Marte habían perdido su interés. La migración de cefeidas y novas en el mapa interestelar de la galaxia ya no llamaban la atención de nadie. Se clausuraron los observatorios y los planetarios.

Todo estaba extinguiéndose lentamente sin dejar indicio alguno. Mortificada, sospechaba que vivía en un mundo irreal, rodeada de siluetas y duplicidades, manejada por el engranaje de un reloj atemporal. No existían escenografías, solo proyecciones holográficas de danzas ignotas y bestiarios insulares acompañados de música de sintetizadores ocultos en los pasillos desnudos y en los laberintos interminables. Un sonido escalofriante como sonidos lejanos de tiempos vencidos por suplicio fatídico de los años.

Por regla general debía permanecer en su gabinete después de la mediatarde. Estaba nerviosa, en la lista de las exclusiones no figuraba su nombre, muchos habían partido con anterioridad al refugio en Palus Somni. Tomó un libro de su biblioteca particular, un texto anacrónico purgado de las listas oficiales, Lo abrió en la página 19 y después en la 54. La historia escrita en letras de moldes antiguos, en un alfabeto descontinuado de la computadora nodriza, relataba en forma de saga, la última expedición a las nebulosas de Andrómeda y Cabeza de Caballo en una nave interestelar, esa era la misión, pero los viajeros no se detuvieron ahí, siguieron más adelante, más allá de las Nubes de Magallanes hasta llegar a las galaxias fantasmas de Hidra. Los pasajeros, Urko y Rodam jamás volvieron, se reportaron desaparecidos en el dossier espacial.

Pero Fetia 063 conocía la verdad, la intuía. Ellos seguían vivos, detenidos en las nubes brumosas de polvo frío y de gas, en la niebla cósmica del infinito, atrapados en el árbol genealógico de las estrellas, eternamente jóvenes, con un halo de majestuosidad en sus cabezas y un aura de bienestar en sus cuerpos, indemnes, con apariencia de dioses.

Cerró el libro de golpe, había memorizado la historia y sabia de las consecuencias finales. No quería marcharse a Palus Somni en la Luna. No deseaba dormir para siempre dentro de un cilindro repleto de hielo seco, empollando una biosfera solemne y beatífica, esperando nuevos horizontes y un mañana sin temores. Sospechaba que había otra verdad, se daban casos de planetas borrados de la faz de la Vía Láctea por el horror a las epidemias y al contagio, por el bombardeo atómico y la destrucción.

Cuando escuchó el bramido de la explosión se desesperó por completo. Era el primer equinoccio del año. Sin pensarlo abrió las ventanas. La saludó el frío y la humedad de una atmósfera desconocida, polinizada. Su compartimento se comenzó a llenar de amapolas, retoños que florecían en fracción de segundos, mostrando sus corolas insólitas y sus pistilos mágicos. Empezó a bostezar lentamente, antes de quedar inconsciente levantó la palanca de seguridad que sellaba las compuertas, poco a poco se fueron abriendo las esclusas y los domos. Cuando amaneció, las campanas de plata sonaron inútilmente. Todo el mundo permanecía dormido.

José González Gálvez 

Coatzacoalcos, agosto de 1987

SONETO DE SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ DEDICADO A MARÍA LUISA GONZAGA MANRIQUE DE LARA, CONDESA DE PAREDES, VIRREINA DE MÉXICO




“Yo adoro a Lisi, pero no pretendo
Que lisi corresponda mi fineza;
Pues si juzgo posible su belleza,
A su decoro y mi aprehensión ofendo”

jueves, 6 de abril de 2017

QUINTETO DE MOGADOR


Escribir con agua, peculiar definición de la fragilidad sustancial a toda escritura. Y título que di a la breve reunión de algunos de mis poemas de orientes lejanos que me publica ahora Miguel Ángel Calleja, en su editorial Parentalia, y que presentamos en la Feria del Libro de Minería, Escrito con Agua.

A lo largo de los años he explorado con curiosidad atenta varios orientes. Como viajero y como lector. Pero siempre será mucho más lo que quiero conocer y reconocer. El libro todavía inédito de crónicas, instantáneas y ensayos, algunos publicados en periódicos y revistas, se titulará, tal vez, Viajar es enamorarse despacio. Y en él, orientes lejanos y cercanos son el eje de mi relación apasionada con una parte del mundo.

Mi relación más intensa ha sido, por supuesto, con los muchos Méxicos que laten en nuestro país y que nuestros gobernantes con frecuencia no saben ver, les incomodan, no saben cómo pensar ni comprender. Y mucho menos incluir en sus proyectos de modernidad. Ésa ha sido por casi treinta años la labor que hemos hecho en Artes de México, explorar los orientes y los occidentes siempre sorprendentes de nuestras culturas.

Mi segunda relación larga e intensa ha sido con Marruecos. Y en especial con la ciudad portuaria de Mogador. Donde se sitúan en parte cinco de mis novelas y algunos cuentos: Nueve veces el asombro, Los nombres del aire, En los labios del agua, Los jardines secretos de Mogador, La mano del fuego; el relato “La huella del grito” y los poemas de Decir es desear. Por más de treinta años he escrito sobre esa ciudad, en ella y con su gente, sobre todo mujeres que he escuchado atentamente hablar de su deseo.

Alberto Ruy Sánchez Lacy
Fragmento del texto de la revista Lee editada por Gandhi


TERCER SONETO PARA FRIDA KAHLO



III
A Frida, enviándole un anillo adornado con el cero maya.

Cero a la izquierda, nada. Yo te digo:
toma esta nada, póntela en el dedo.
Nada en un dedo llevarás sin miedo.
La nada poderosa del mendigo.

Te veo por la nada de un postigo
y eres la cifra que alcanzar no puedo.
Ante tu fuerza saludable quedo
igual a un árbol hueco y enemigo.

Cero sin fin a la derecha es tuyo.
Si pienso en ti –robándote- destruyo
toda la cobardía que me llena.

Nada soy. Todo tú. Con nuestra vida
llena de soledad, yo soy la arena
y tú la raya horizontal sufrida.

Carlos Pellicer Cámara
Las Lomas D.F., octubre de 1953


CORONADA DE MOSCAS



En este momento estoy escribiendo un libro que colecciona muchos años de recuerdos de viajes, que la mayor parte de ellos los he publicado en revistas y periódicos. Estoy haciendo una especie de trabajo sobre todo lo que he visto en el mundo, todo lo que he escrito en un periodo muy largo de años y en geografías muy diversas. Los textos de India formaban parte de ese viaje, pero decidí separarlos porque eran algo que me había impresionado de una manera muy particular: decidí dedicarles un libro completo que se llama Coronada de moscas.

Margo Glantz Shapiro
Fragmento del texto de la revista Lee editada por Gandhi

sábado, 4 de marzo de 2017

ELENA PONIATOWSKA


JORGE LUIS BORGES Y LOS DONES DE LA VIDA



                                                                                                           Los ojos a quien privas de que vean
                                                                                                           hermosa  luz que  a  un  tiempo concediste
                                                                                                           Juana Inés Ramírez de Asbaje

Releer la poesía de Borges me llevó un buen tiempo, me había enfrascado tanto en su prosa, que ahora me resultaba difícil tomar esa nueva directriz. Pero había que cumplir con la tarea del diplomado y con la indicación del maestro Juan Domingo Arguelles. De modo que tomé muy en serio el Poema de los dones y puse fin a mi mutismo de dos semanas.
Ahora no puedo dejar de pensar en la primera línea del poema “Nadie rebaje a lágrima o reproche”, y de ahí seguí leyendo de corrido. En primer lugar y para mi asombro, el poeta, manifiesta y en mayúsculas siete palabras que son indispensables, a saber [Dios, Alejandría, Oriente, Occidente, Paraíso, Groussac y Borges] número cabalístico muy ad hoc a su escritura, luego el poema en sí, es una columna vertebral compuesta de diez cuartetos en perfectos endecasílabos, que como arcos costales custodios, protegen el corazón de las estrofas. La belleza de esta paradoja resulta en que un invidente quede a cargo de una biblioteca, pudiera resultar inverosímil, sin embargo, este dramatismo no cae en la trampa fácil de la exageración, porque es manejado con destreza por un poeta que remarca los adjetivos como recursos para alimentar su trabajo diario.
Escribe Salvador Elizondo: “La clara inteligencia de los dones que Borges nos ha dado, seguramente se vería disminuida si no fuera por esa cualidad que ha hecho de la poesía algo así como una radiante continuación de su prosa” y Elizondo continua seis páginas después en su mismo ensayo: ”El Poema de los dones resume toda la obra y las aspiraciones de Borges y nos lo representa irónicamente confundido con su destino hecho de otredades, de sueños y obsesiones”.
La ironía de Borges no es gratuita, como una cábala a las cuales era afecto, recibió en 1959 de parte del Gobierno de la Revolución Libertadora, la dirección de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires, casi inmediatamente cuando acaba de perder la vista, así como su antecesor, el historiador francés Paul Groussac, a quien admiraba y que pudiéramos tomar como su figura tutelar, arquetipo o alter ego.
El poema en estudio pertenece a su segunda etapa, y está incluido en su libro “El Hacedor” publicado en 1960. El mismo Borges, escribe en el prólogo, lo que relaciono íntimamente con su poema: “Los rumores de la plaza quedan atrás y entro en la Biblioteca. De una manera casi física siento la gravitación de los libros, el ámbito sereno de un orden, el tiempo disecado y conservado mágicamente”.
El Poema de los dones es en sí todas las aspiraciones de su autor, en un contexto cáustico paralelo a su destino y exento de lamentaciones. Puedo atreverme a decir que su poesía es un paraíso de palabras dentro de senderos que no se bifurcan. Borges menciona respecto a su enfermedad: Fue apenas patético porque fue muy lento el crepúsculo”. Si su dolencia fue parsimoniosa, es de admirar la belleza de sus palabras escritas. Este texto en particular es un poema de una ironía suculenta, es su confesión, su yo interno desplegado.


               “mundo que se deforma y que se apaga
                en una pálida ceniza vaga
                que se parece al sueño y al olvido”



Coatzacoalcos Veracruz
Agosto de 2010