III
A Frida, enviándole un
anillo adornado con el cero maya.
Cero a la izquierda,
nada. Yo te digo:
toma esta nada, póntela
en el dedo.
Nada en un dedo llevarás
sin miedo.
La nada poderosa del
mendigo.
Te veo por la nada de un
postigo
y eres la cifra que
alcanzar no puedo.
Ante tu fuerza saludable
quedo
igual a un árbol hueco y
enemigo.
Cero sin fin a la derecha
es tuyo.
Si pienso en ti
–robándote- destruyo
toda la cobardía que me
llena.
Nada soy. Todo tú. Con
nuestra vida
llena de soledad, yo soy
la arena
y tú la raya horizontal
sufrida.
Carlos Pellicer Cámara
Las Lomas D.F., octubre
de 1953
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