Nunca la luz se repartió en tantas luces.
Octavio Paz
Tu cuerpo es de ámbar. Tu piel es de
sándalo.
Tu cuerpo irradia luminosidad como
medusa crossota
que nada silenciosa en un mar de
plasma.
Eres lámpara votiva desparramada en la
cama
en el perímetro exacto que nuestros
cuerpos marcan.
Surges como un escalofrío palpitante
que recorre mi piel dormida con la
noche.
Es tu aliento archipiélago convocado
que regurgita algas y espuma blanca.
Frente al muro infranqueable de tus
sueños
mi voz se abre y se cierra confundida
en un asombroso despertar de hielo que
se quema.
Para beber tu voz pongo mi oído en el
diafragma
y escucho poco a poco el silabeo lento
de tus palabras.
Acaricio con mi sueño el redondel
oscuro de tus tetillas
que se endurecen dentro de un vaho de
saliva calcinada.
Un hilo de luz se enreda en tu cintura
perpetua cicatriz que grita y se
apaga.
Arrodillado ante tus pies que tanto me
fascinan,
te espero impaciente, insomne,
sediento,
porque sé que tú también me esperas
porque juntos somos clepsidra detenida
en el tiempo.
José González Gálvez
José González Gálvez
Octubre 31 de 2018
Imagen: Lucia Deblock
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