El cadáver ya
corrompido y cubierto de sangre coagulada, apareció de pie ante los ojos de los
espectadores. Sobre su cabeza, con la roja boca abierta y el único ojo de
fuego, estaba agazapada la horrible bestia cuya astucia me había llevado al
asesinato y cuya voz delatora me entregaba ahora al verdugo. ¡Había emparedado
al monstruo en la tumba!
Edgar Allan Poe
Saturday Evening
Post of Philadelphia 1843
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