Nace incesante noche
acaso desde la mesa oscura,
centro imperioso ahora
de oscura, ciega vida.
Ida
Vitale
Dentro de la
iconografía sorprendente de Frida Kahlo existe una obra cuyo paradero es
desconocido. Se trata de “La mesa herida”, óleo sobre lienzo pintado en 1940
para la Muestra Internacional del Surrealismo en la Galería de Arte Mexicano de
Inés Amor en la Ciudad de México. La autora trabajó arduamente para su
realización y como en la mayoría de sus obras, nos muestra su tragedia. Todo el
cuadro, que mide 122 por 244 centímetros, transpira dolor.
Como si se
tratase de un escenario, existen cortinas recorridas y anudadas, los siete
personajes eclécticos están acomodados en tres de los lados de la mesa en una
escena que nos recuerda la Última Cena, aquí Frida se encuentra doblemente
representada, como ella misma y como la mesa.
En el centro
Frida hace las veces de Cristo, y un Judas de papel maché vestido con overol,
con la cabeza desproporcionada en relación al resto del cuerpo y rodeado de
cohetes, se identifica con Diego, que hace el papel de Judas, y que al
abrazarla la está engañando ya que esta recargado sobre la mesa, como lo estuvo
Judas en la Última Cena cuando Cristo dijo: “Pero, mirad, la mano de aquel que
me ha traicionado está conmigo sobre la mesa” (Lucas 22:21). Ambos personajes
sangran: el Judas en el cuello de la camisa y en el peto, y Frida en una parte
de la falda. Recordemos que Frida se encontraba finalizando el trámite de
divorcio con Diego cuando pintó el cuadro y que irónicamente tenía treinta y
tres años.
El brazo
derecho de Frida termina en un muñón a la altura del codo, de donde una
prótesis en forma de tubo se extiende y se dobla descansando sobre la mesa y
continua hacia arriba para ofrecerle una escudilla a la escultura nayarita
precolombina, compartiendo el mismo brazo para simbolizar la unión a sus raíces
mexicanas. La figura de Nayarit es parte de una escultura más grande que
perteneció a Diego Rivera y que actualmente se encuentra en el museo
Anahuacalli. A su lado, un esqueleto de barro y resortes sostiene un mechón de
cabello de Frida; el esqueleto tiene el hueso pélvico atado a la silla para
mantenerlo erguido como si se tratará de un corsé como los veintiocho que
utilizó la misma Frida. Los tres personajes cercanos a Frida están lastimados,
el ídolo tiene piernas de palo, el esqueleto y el Judas tienen los pies
derechos vendados y ensangrentados. Estos tres personajes son los mismos de los
cuatro caracteres que aparecen en el cuadro “Los cuatro habitantes de la Ciudad
de México” pintado en 1938.
La mesa tiene
piernas humanas desolladas, mostrando
los tendones y los músculos, y tres nudos de la superficie sangran como si
fueran heridas o vulvas abiertas que hacen referencia presumiblemente a los
abortos sufridos. En un costado de la mesa, se encuentra su mascota el
cervatillo Granizo, en el otro costado están sus sobrinos, los hijos de su
hermana Cristina: Isolda y Antonio. Isolda y Granizo miran al espectador
mientras que Antonio dirige la mirada directamente hacia Frida cuyo rostro es
una mezcla de vulnerabilidad e ironía. La escenografía no puede ser más
certera: una vegetación insólita y exuberante en tonalidades que parecen
diluirse con la luz, y en el fondo un cielo borrascoso como la vida misma de
Frida.
Después de
su exhibición en la Galería de Arte Mexicano, la pintura se exhibió en Nueva
York en el Museum of Modern Art (MOMA) en la exposición “Veinte siglos de arte
mexicano”, posteriormente regresó a la Casa Azul donde permaneció durante
cuatro años. En 1942 es presentada en el Palacio de Bellas Artes durante la
fundación del “Seminario de Cultura Mexicana”, posteriormente la autora decidió
obsequiarla a la Unión Soviética, al Museo de Arte Occidental Moderno de Moscú
en la denominada sala México, presumiblemente el Museo Pushkin. El 29 de enero
de 1946 el primer ministro de la embajada de la URSS en México Andrei Glebsky
agradeció la donación, y la obra estuvo de gira en varios países socialistas
pero desapareció en Varsovia cuando se exhibía en el edificio Zacheta en 1955
antes de llegar a Moscú. Desde entonces “La mesa herida” se encuentra
extraviada, a pesar de los incontables esfuerzos de varios historiadores de
arte como: Teresa del Conde, Raquel Tibol, Raúl Cano Monroy y Helga
Prignitz-Poda.
Una copia de
la pintura permanece en exhibición en el Kunstmuseum Gehrk-Remund de
Baden-Baden en Alemania.
Escribió la
historiadora de arte Janis Bergman-Carton respecto a la obra de Frida: “A pesar
del dolor que se percibe no son los gritos agonizantes de una víctima;
representan una resurrección transformativa e intelectualizada de una vida
dedicada tanto a la mente como al cuerpo”.
Abril de
2019
Imagen: Bernard Silberstein
Imagen: Bernard Silberstein
No hay comentarios:
Publicar un comentario