domingo, 21 de abril de 2019

EL DESPOJO (TEXTO CINEMATOGRÁFICO DE JUAN RULFO)




Secuencia 1
Pedro, un taciturno campesino indígena que lleva enorme guitarrón a cuestas, va rumbo a un pueblo cercano a través de un paraje desolado. Hace un alto en el camino. Sentado en una loma, reflexiona.
VOZ DE PEDRO (en off): Ora no puedo volverme atrás. Tengo que llevarme a mi mujer y a mi hijo. Ora que si se me atraviesa don Celerino, pos ahí Dios dirá. Pero lograré mi propósito. Y si me quitan la vida, pos qué importa. Al fin y al cabo ya le perdí el amor desde hace tiempo. Está bien que se quede con mi tierra, mis adobes y mis tejas. Pero nunca se quedará con mi mujer. Me la llevaré para lejos y para nunca.
Repuesto por el descanso, Pedro sigue bajando al pueblo.
Secuencia 2
En el pueblo, Pedro se topa con don Celerino, un mestizo prepotente y malencarado, frente al umbral de una casa grande. Su enemigo lo descubre y lo increpa.
DON CELERINO: ¿No te dije que no quería verte más por aquí?
Sin previo aviso, Pedro saca su pistola y lo balacea.
PEDRO: Nomás he venido a esto.
Antes de doblarse, el moribundo don Celerino le dispara también con su pistolón. Pedro se desploma hacía atrás, herido de muerte. Antes de caer, su imagen se congela, pero la acción, imaginaria, continúa.
Secuencia 3
Pedro llega a su jacal, agitado. Entra apresuradamente, dirigiéndose a donde se encuentran su esposa Petra y su hijo Lencho, un niño de nueve años. Atropellándose, da órdenes a la mujer.
PEDRO: Cuíjele, Petra. Vine por ustedes. Acabo de acabar con ese hombre que nos trajo la desgracia.
PETRA: Pero Lencho no puede andar. Está parálisis desde que lo aporrearon por defenderme.
PEDRO: Eso ya lo arreglaremos de algún modo. Junta cuanto tengas. Pero apúrate, que se nos está yendo el tiempo.
Petra condesciende t se afana. Sosteniendo en sus manos un pequeño atado, anuncia a su marido haber concluido su tarea.
PETRA: Esto es todo mi guardado.
Secuencia 4
La pareja inicia la huida. El hombre lleva cargado el cuerpo desmayado, lívido, de su hijo. A la salida de un poblado, creen haber estado a punto de atravesársele a un espíritu maligno.
VOZ DE PEDRO (en off): ¡Qué bueno que no nos cruzamos con El Nahual!
Secuencia 5
El fatigoso peregrinar de la pareja por la tierra reseca sigue su curso. Al llegar a una cumbre la mujer se desespera.
PETRA: ¿Y adónde nos llevas, Pedro?
PEDRO: A un lugar donde nos libremos para siempre de la gente de Hermida.
Secuencia 6
Petra y Pedro, con el niño siempre en brazos, deambulan por la desolación de un llano que parece no tener término. El padre trata de darse ánimos consolando al niño desfallecido.
PEDRO: Ya estamos cerca. Te aliviarás pronto. Allá donde vamos es tan verde la tierra que hasta el cielo es verde. Allí no te lastimará nadie. Podrás jugar sin que te muerdan las espinas y las víboras.
Secuencia 7
Los fugitivos bajan por una ladera. Obsesionados, sienten que alguien les viene pisando los pasos.
PETRA: Apúrale Pedro.
PEDRO: Ánimo, Lencho, no ves que El Nahual nos viene persiguiendo.
Secuencia 8
En un recodo del camino, Pedro se sienta a frotar frenéticamente el cuerpecito yaciente de Lencho, que ha entrado en agonía. Petra lo mira hacer, sobrecogida.
PETRA: Búllelo, búllelo, que se nos está enfriando.
Secuencia 9
Después de ponerle una rústica cruz de madera a la tumba de su hijo en medio del llano, Pedro se evade mentalmente, alucina, ve a su mujer con el pecho desnudo y los cabellos sueltos, que le sonríe desde un pasado idílico. Música, ruidos estilizados, silencios.
Secuencia 10
El flujo trastocado del tiempo se remonta por fin hasta la imagen congelada con que se interrumpía la secuencia 2, cuando Pedro se desploma acribillado por su rival. Se restituye el movimiento de la imagen y el cuerpo del campesino termina ahora de caer, de espaldas, en cámara lenta, con gran pesadez, sobre el enorme guitarrón cuyas maderas crujen en un estridente acorde y lanzan mil astillas por los aires. Varios pies de pueblerinos curiosos se aproximan en torno del cuerpo exánime.

Jorge Ayala Blanco
Ediciones Era, S.A. 1986

Imágenes: Rafael Corkidi

No hay comentarios:

Publicar un comentario