La primera
elegía
¿Quién, si gritara yo, me escucharía
en los celestes coros?
Y si un ángel
inopiadamente me ciñera
contra su corazón, la
fuerza de su ser
me borraría; porque la
belleza no es
sino el nacimiento de
lo terrible; un algo
que nosotros podemos
admirar y soportar
tan sólo en la medida
en que se aviene,
desdeñoso, a existir
sin destruirnos.
Todo ángel es terrible.
Así yo, ahora
sepulto, con oscuros
sollozos en mi pecho
mi grito de socorro. ¿A
quién podremos recurrir?
Ni a los hombres ni a
los ángeles.
Rainer Maria Rilke
Fragmento. Versión de Juan Rulfo
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