Las mujeres solemos
escribir triste. [...]. Nos entume la nostalgia, nos engarrota el recuerdo, nos
vence la cotidianidad que todo lo cubre con la grisura de su polvo. [...] Pero
un libro como "Como agua para chocolate. Novela de entregas mensuales con recetas,
amores y remedios caseros" nunca lo había visto en el valle de lágrimas de
la literatura mexicana [...]. Empecé a leerla de mal talante, el grueso
manuscrito de más de doscientas páginas pesándome sobre las rodillas; a partir
de la página quince el tiempo se me fue volando y al terminarlo bendecía yo a
Laura Esquivel, la cubría de besos, tenía ganas de conocerla, casarme con ella,
llorar de felicidad sobre las cebollas finamente picadas, gozar del olor que
despiden sus guisos, conocer a fondo todas sus recetas de vida, moles, especias,
pelar ajos y limpiar chiles.
Elena Poniatowska
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