Y
sangre es el milagro que va en
las
venas del aire de mi corazón
al tuyo.
Frida
Kahlo
Ahora somos hijos de la
misma Madre
sangre negra
negra sangre
fetos anudados del cuello
por un conducto flexible
de músculos lisos.
Tus manos abiertas como
espejos
son azogue de plata quemada
lisa superficie
que es metal y mirada de
arcángel niño.
Somos hijos de la enfermedad
hecha dolor
parto afiebrado que se abrió
en dos cotiledones verdes.
Soy tu hermano
tu sombra congelada
tu sueño soñado
tu piel cuarteada
tu aliento de vinagre
tu ombligo cráter lunar
tu sexo florecido en
amapolas.
Somos hermanos por el cordón
umbilical
que nos rodea
Friditos que nos alimentamos
de mucílago
iluminados por la vieja luna
nueva.
Ahora nos tenemos los dos
únicamente
frente a frente
boca a boca
abrazados entre brazos
vistos por la pupila de
obsidiana
Madre piedra
Madre tezontle
Madre roca volcánica que
pare incendios
embriones calcinados cubiertos
de un gris recuerdo
mar muerto de sangre muerta
placenta agrietada
por grietas que sudan
calcio.
Somos hermanitos enredados
por una manguera de carne y
venas.
Salgamos tomados de la mano
dejemos atrás la matriz
reventada
el pulso calcinado de las
horas
el tren de las seis que no
llega a tiempo
el sendero de sal viva que
se agita y respira
el ombligo enterrado en un
cementerio sin muertos
luz que brota y luego se
petrifica
golondrina tatuada entre tus
cejas
chupamirto pájaro insecto
colibrí que vuela y zumba.
Soy tu mirada hermano
mírame al otro lado de tu
lado
Soy tu cuerpo emancipado
mitad sol atrapado en los
aros de Saturno
mitad luna recién parida
por el viento estéril de Mercurio.
Somos llama que enciende y
no arde
somos hijos de la misma Madre
gestados en la hora del lobo
cuando el miedo se esconde
debajo de las camas
el miedo que ya no es miedo
sino un simple guiño que se
pudre
en el fastidio de las horas.
Nos amamantamos de cielo
pezón oscuro que es noche
cubierto con una sábana de
luciérnagas.
Soy tu corona de espinas
tus clavos
tu costado herido
tu columna rota
tu pierna mutilada
tus lágrimas que son
cinabrio amargo
como el níspero fermentado
como la uva que se hincha y
revienta
como la sandía que hierve de
semillas negras
como el pérsico anaranjado
que es dulce y duele
morderlo.
Hermanito pintemos un
cascabel
para que ruede y suene.
Una boca exangüe
unos labios palpitantes
un carmín que manche al
besarse
un cráter que es lava y
cenizas al instante.
Tu corazón inmaculado
árbol de la sabiduría
custodia bendita
rosario de ansiedades
sol que nace de la matriz seca.
José González Gálvez
Junio de 2008