martes, 10 de septiembre de 2013

LA GALLINA CLANDESTINA

Para Oscar Dávila Jara, por su insistencia



Por Dios que me ha causado problemas incluir a Benemérita en la lista de las plumíferas más sobresalientes. 

Sólo yo sé todos los vericuetos que he tenido que recorrer para lograr su propósito. Es tan vanidosa, tan descocada, tan gallinácea, que no puedo con ella. A veces quisiera convertirla en un buen puchero del domingo. Pero me abstengo, le podría causar un trauma que la derrumbaría por completo, bastante tiene con saberse estéril y haber alcanzado la menopausia. 

En fin, Benemérita es una emplumada opiácea, porque siempre anda como medio dormida, turulata en otra palabra. De figura compacta, pechugona, con plumaje fino, negro como ala de cuervo a pesar de ser gallina. La cola bien respingada, por ser de alcurnia como dice ella. El pico es exacto, delineado, siempre hacia abajo. Los ojos saltones como bicho raro, y la cresta de siete dientes bien marcados, tallados en aluminio puro. Sus alas inútiles son nerviosas, siempre ocultas bajo un echarpe de seda dorada con diseño de lunares concéntricos y ribeteado con estoperoles en oro viejo, que según comenta se lo trajeron de la India. 

En fin, Benemérita es una gallina exótica que se siente garza, por eso siempre está plantada en una sola pata. Estoica como veleta, eternamente atisbando la dirección de los vientos en sus cuatro puntos cardinales. Pero también puede ser falsa, porque se presupone clueca, a pesar de su esterilidad; o ciega cuando incurre en sus caprichos infantiles.

José González Gálvez 

Enero de 2009

Imagen: Jesús Reyes Ferreira 

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