domingo, 18 de octubre de 2020

EN LA OTRA ESQUINA DE LA NOCHE

 


 

                                                          Un alarido, un aullido, mitad horror, mitad triunfo,

                                                                                 como solamente puede brotar del infierno.

                                                                                 Edgar Allan Poe: El gato negro

                                                                                                                                                            

Había determinado regresar a las escolleras después de mi caminata vespertina. Fue una decisión que me tomó por sorpresa. Nunca me imaginé que una aparición tan fugaz determinara mi destino. Fue de momento, como un flashazo cuando vi una manada de pequeños gatos ocultándose entre las enormes rocas grises.

    Volví en la noche para buscarlos, les llevaba alimento para poder localizarlos. Eran casi las diez. Tuve que sobornar al vigilante para poder pasar. Ya había colocado la gruesa cadena que impedía la entrada. Hacía frio, el viento helado me golpeaba el rostro. Las enormes luminarias parpadeaban y a lo lejos los buques permanecían inmóviles. Las olas chocaban necias contra las rocas. Un rumor sordo inundó el ambiente. Llegué hasta el faro, su luz monótona cambiaba de rojo a verde. La pequeña puerta metálica que en la tarde estaba cerrada, ahora permanecía abierta. Me acerqué para preguntar si alguien se encontraba dentro.

     Un maullido potente se coló entre mi piel y comencé a temblar. La oscuridad, como un enorme gato negro se abalanzó sobre mí. No me dio tiempo ni de gritar.

 

José González Gálvez  

Coatzacoalcos, junio 20 de 2019

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