Tus palabras transparentes en la noche
son palomas escribiéndose en mis sueños.
Saúl Echeverría
Panfilita es una mujer iluminada por Dios, es un ave
marina que despliega sus alas para sobrevolar dentro del corazón de todos los
que la amamos. Incansable, teje en el telar de los sentimientos un encaje de
bondad y una filigrana de ternura,
porque ha sabido enhebrar la aguja con
paciencia y zurcir esos resabios de dolor con la pureza de sus palabras
escritas.
Con sus escritos nos ha calado muy hondo,
y ha llegado a una profundidad que no
conoce límites y no tiene alcances. En el mundo de los sonidos, ha captado la
cadencia de las palabras atrapadas en un pentagrama infinito. Escribió Nicolás Guillén: “El verso es amigo de la
emoción, por eso ha de ser fino y profundo como una nota de arpa”.
Mujer y poeta, amiga y hermana, Panfilita es eterna,
es un perfil de luz que todo lo abarca. Es una inmensa gaviota que vuela por
encima de las dunas de su Coatzacoalcos de antaño, y llora ante el dolor de un
manatí cautivo. “Gaviotita roja”, le gritaban los pescadores de la colonia coreana
del viejo Puerto México cuando siendo
muy pequeña, los seguía por la playa corriendo descalza con su capucha
de hule colorado. Ella volaba feliz sobre la arena y empezaba a garabatear ese
pentagrama que aun no termina.
Ha pasado el tiempo, ahora la arena es asfalto, y las
aguas del mar tienen miedo de pisar la orilla,
más ella continua anotando en su bitácora, palabras que despercuden los malos sueños;
celebrando su cumpleaños en el mismo día en que se festeja a la Marina, leyendo
la liturgia de las horas, abrazando a sus semejantes, regalándonos su risa que
contagia, y sobre todo, pendiente del avance de la cultura por la cual ha
luchado siempre.
Una tarde, revisando papeles ya amarillados por el
tiempo, me topé con uno de sus poemas que creía extraviado: “La prisión de
lucero” y en ese momento mágico, nació
la idea de recopilar toda su obra. Siempre había estado detrás de ella
empujándola a publicar sus poemas, pero invariablemente me respondía con lo
mismo: “Pepito, yo escribo a la antigüita, a nadie le interesan mis versos”. Sin
comentarle nada, recopilé los poemas que escribió durante su permanencia en el
Taller Bernal Díaz del Castillo, desempolvé sus relatos escritos en la revista
Vitral y Toque de Queda, busqué los libros publicados en el Club de Escritoras,
y las tarjetas en las cuales me ha demostrado su cariño. Recurrí a la ayuda
invaluable de Rosa Lotfe, Lulú Muñoz, Angélica Carmona y Omar Béjar. Juntos, iniciamos esta travesía
literaria, esta antología con la que queremos honrar la presencia siempre
festiva de nuestra “Ita”, la sensible hermanita que todos deseamos tener. Así
nació GAVIOTA LEJANA, una colección de poemas y prosas desperdigados en
periódicos, revistas y libros.
Escribió Jorge Luis Borges: “Hay dos formas extremas
de ser poeta: el poeta que vive en la pasión y el poeta que vive en un mundo
verbal”. Creo que Panfilita vive en los dos extremos.
José González Gálvez
Coatzacoalcos, enero de 2013