«Te pertenezco hasta la última partícula de mi
carne. Sin ti no existen las cosas ni los seres, contigo resplandezco y ante ti
mis ojos verdes se apagan. Pero tengo miedo de que la nube roja te queme y te
convierta en cenizas y también tengo miedo de que a pesar de que te pertenezco
absolutamente el destino nos separe».
«Te amo, te amo,
desesperadamente, lujuriosamente, misteriosamente; como la vida, como la
muerte. Perfora con tu falo mi carne —perfora mis entrañas— desbarata todo mi
ser —bebe toda mi sangre y con la última gota que me quede yo escribiré esta
palabra: te amo, y cuando esa sangre se haya secado, gritaré: te amo».
«No pretendas
matarme porque si me matases te matarías a ti mismo porque yo soy tu
inspiración y tu propia existencia, porque soy lo que buscas —la inteligencia y
el conocimiento y te doy todo porque te amo como nadie ha podido amar y soy
tuya con cuanto poseo. Vuelve a mí porque mi cuerpo te llama, porque la lujuria
preside mi vida— soy tuya no únicamente en mi carne sino en mi espíritu».
«La vida no fue
hecha para mí soy una llama que se devora a sí misma».
«Sé que mi
belleza es superior a todas las bellezas que tú pudieras encontrar. Tus
sentimientos de esteta los arrastró la belleza de mi cuerpo, el esplendor de
mis ojos, la cadencia de mi ritmo al andar, el oro de mi cabellera, la furia de
mi sexo, y ninguna otra belleza podría alejarte de mí».
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