Estamos ante uno de los
cineastas japoneses más importantes actualmente: Nagisa Oshima. Y de su
película La ceremonia (Gishiki), bien
podemos afirmar que es una de las obras más valiosas que se han producido en
esta década.
La
ceremonia es un filme que por su contenido se inscribe en la corriente de
revisión crítica hacia lo establecido socialmente, partiendo para ello del
examen de las contradicciones en la vida de una familia japonesa, donde la
única posición que cabe es la tradicional, autoritaria y represiva. La
película, temáticamente hablando, se une a otras que como ella han abordado,
con diferente rigor, la institución familiar en países como Italia a través de
Marco Bellocchio en Con los puños en los
bolsillos (I pugni in tasca), en Estados Unidos con Las familias del odio (The Lolly-Madonna war) de Richard C.
Sarafian, o en México con El castillo de
la pureza de Arturo Ripstein.
A través de una sucesión de
ceremonias donde resaltan bodas y funerales, un hombre va recordando veinticinco
años de su vida partiendo desde su niñez. Este es el hecho que toma Oshima para
afirmar lo que es su motivación principal de análisis: la experiencia de los
jóvenes japoneses y su imposibilidad para adaptarse a la sociedad
prevaleciente, lo que equivale a decir, en sus propias relaciones familiares e
individuales. ¿Y cuál es la respuesta a este estado de cosas? ¿El suicidio, la
enajenación, el anarquismo? A reserva del conocimiento y la interpretación que
pueden darnos otras películas de Oshima, de las cuales sólo una más se ha visto
en México: El muchacho (Shonen),
donde parece haberse moldeado el incisivo enfoque para La ceremonia, la evidente conclusión que corresponde ante todo esto
no puede ser sino la lucidez de una conciencia política.
Oshima nos dice que la sociedad
japonesa está en crisis, pero que ésta crisis tiene indelebles razones
culturales e históricas, mismas que es necesario superar en el actual momento
si no se quiere volver a caer en errores que desembocaron trágicamente con la
guerra y la muerte.
Sala Fernando de Fuentes
Texto extraído de la Cineteca Nacional, 1974
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