ESTAFETA I
Alejandra Pizarnik me
dio un beso en la mejilla izquierda. Impertérrito, un mar de lilas inundó mi voz
y mi silencio. Soy de gis, no tengo recuerdos, tampoco puedo sentir el corazón
latiendo arrítmico, desmesurado, como un violín destemplado, como olas inmensas
que se van y no regresan. Un sol negro alumbró parcialmente la sombra del dolor
y los vestigios de lágrimas jamás lloradas. Cuando duermo sueño a estar
despierto. “Vida, mi vida, ¿Qué has hecho
de mi vida?”
ESTAFETA II
Es como si un horno
inverosímil me incendiara las entrañas, y después de las llamas, el carbón en
polvo, mudo, ebrio de rencor, fluyera inasible en el árbol corpulento de mis
bronquios, en el plato cóncavo de mis córneas, en el nudo inadecuado de mi
sexo.
ESTAFETA III
Un estilete de luz
portentosa me atraviesa la garganta, y el suplicio calienta al rojo vivo el
bullicio de las tardes y el tedio insoportable de las horas muertas. Entonces
llueven palabras, alaridos, saliva, pedazos de vocales verdes, profecías, una
lengua mórbida. Son estropicios, celdas de arrepentimiento. Toda una ceremonia
discreta.
Julio de 2008
No hay comentarios:
Publicar un comentario