Existen
diversos misterios alrededor de Mary Shelley (Londres, 1797-1851) y de los
factores que influyeron en la escritura de Frankenstein,
su libro más famoso. Hija del filósofo anarquista William Godwin y de la
escritora, pionera del feminismo, Mary Wollstonecraft, creció en una realidad
influida por la literatura y el pensamiento. No obstante, la verdadera aventura
para escribir Frankenstein inicia en
1814, cuando conoce a Percy Bysshe Shelley, joven escritor, representante del
romántico rebelde, liberal y ateo. Al ser seguidor de las ideas anarquistas de
Godwin, la relación fue inmediata, a pesar de que Percy estaba casado y tenía
una hija. Como buenos espíritus románticos, nada los detendría, así que decidieron
irse, “escapar” de Inglaterra para encontrar la inspiración y crear arte con su
pluma. Existe un dato que no se puede olvidar: se llevarían consigo a la media
hermana de Mary, Claire Clairmont. El acto provocó un gran escándalo.
En esa travesía por Europa, visitaron
lugares y leyeron a los autores de la época. En un viaje por Alemania, en un
lugar llamado Darmstadt, parte de la “inspiración” llegó: visitaron un castillo
del siglo XVII, donde un alquimista de nombre Conrad Dippel había realizado
experimentos para hallar la cura contra la muerte. Se decía que había robado
cuerpos de tumbas, mezclado polvo de huesos con sangre e inyectando cadáveres
con la intención de resucitarlos. La leyenda fascinó a Mary.
Para 1814, pasan el verano en Ginebra, en
compañía del poeta Lord Byron. En una noche de clima terrible, surge un reto
entre los escritores. ¿Quién podía escribir la historia de horror más
fascinante? Mary puso manos a la obra y produjo el borrador de lo que sería Frankenstein un par de años después.
Desde el momento de su publicación, en 1818, fue un suceso.
En ese entonces, se creía que los
escritores románticos que vivían esa “Nueva sensibilidad” (como se le conocía
al Romanticismo) tenían dones especiales para obtener la inspiración. Eran
seres tocados por una especie de aura misteriosa que los llevaba a ser
distintos del resto de las personas, lo cual era un embuste. La misma Mary
declaró años después que la idea de Framkenstein
le llegó en una pesadilla durante su estancia en Ginebra. Es probable que
haya inventado esta historia para proteger la honorabilidad de su autoría, ya
que los valores puritanos eran muy reticentes a aceptar historias
transgresoras. Menos si las había escrito una mujer.
Por otro lado, a pesar de que Mary y Percy
quisieron vivir bajo las premisas del Romanticismo, la realidad llegó a
cuartear sus ilusiones. Las dificultades económicas no cesaban y, en pocos años
habían enterrado a sus primeros bebés. Esa relación rebelde era más una utopía
que una realidad.
En 1822, la tragedia llegó. En Italia, en
la bahía de Spezia, Percy murió ahogado. El golpe fue devastador para Mary. Sin
embargo, nada la detuvo y pudo escribir tres novelas más, Valperga, Matilda y El último hombre. Fue también una autora
importante de biografías y textos enciclopédicos.
A Mary le debemos también que la
literatura de Percy Shelley no cayera en el olvido, pues ella se dedicó a
compilarla y buscarle publicación.
Frankenstein
es más que la primera novela de ciencia ficción o una terrorífica historia
gótica. Es un mito literario que cifra las principales inquietudes de la
humanidad. Existe un creador que deja en desamparo a su creación y ésta debe
hacerle frente a una sociedad que lo rechaza por su aspecto. Él sólo quiere
compañía, respuestas, un poco de felicidad. La quiere, la exige, pero el
creador, ese doctor “Dios”, se la niega. En este relato enloquecido, Mary pudo
representar las preocupaciones existenciales que el ser humano lleva cargando
durante siglos.
Abraham
Miguel Domínguez
Revista
Capitel 2020
Universidad
Humanitas
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