Nunca podré olvidarte
porque tu mirada es un
tatuaje
en mi conciencia
despierta.
Tus besos reclaman
ansiedad
y tu sexo me perturba
es un oleaje trémulo
que desemboca en el
plexo solar
de un abismo sin
límites.
Nunca podré olvidarte
porque tu cara encuadra
con la mía
y tus manos estrujan mi
corazón
pidiéndome más como
gambusino sin ruta
mientras bailamos el
baile del amor
entre sábanas de gasa
delicada epidermis
descubierta.
Despedimos luz
fosforescente
como el frágil cuerpo
de luciérnagas.
José González Gálvez
José González Gálvez
Mayo de 2008
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