domingo, 31 de mayo de 2015

MINUETO PARA UNA SEÑORITA SOLA


Después de cinco horas de espera, Marcia estaba nerviosa, impaciente, inquieta.

De tanto estar sentada le dolían las vértebras y sentía la pelvis desarticulada. Trató de hojear una revista pero no pudo concentrarse, imaginó entonces un zoológico en llamas, pero desechó inmediatamente la idea y decidió mejor asomarse a la ventana. En el piso de enfrente, a través del ventanal, dos hombres jóvenes intentaban quitarse la ropa mientras se besaban con fruición. Curiosa y con la entrepierna húmeda, empezó a observarlos detenidamente, hasta que su visión se transformó en un sol incandescente, en una nova a punto de explotar.

Marcia terminó bañada de amarillos metálicos y de reflejos de ámbar solo por un momento, porque las estrellas fugaces de su vida, acabaron cercenadas por la guillotina inverosímil del tiempo.

Enfrente, dos jóvenes vestidos impecablemente, observaban a Marcia que se desvanecía como una figura de arena.

Enero de 1989


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