sábado, 26 de abril de 2014

TU PIEL ETERNAMENTE

Ismael compartió su tiempo conmigo. En el espacio de una alcoba, descubrimos paso a paso nuestros cuerpos como ciegos que leen Braille.  La experiencia fue increíble como una luz en silencio, un intermezzo palpitante.
Guardo el grato sabor de su piel en mi boca y la sensación de sus dedos entrelazados en mis manos. Su calidez invadió mis sentidos, en una onda ascendente que terminó electrizandome la curvatura del abdomen.
La memoria es una caja registradora de emociones varias. Tu recuerdo lo conservaré por siempre entre las páginas de mi diario, como los pétalos de una flor seca por el paso de los años.


Junio de 1993


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