Hace algunos años, tal vez
trece o quizá un poco menos, apareció un libro de sueños: los tiernos sueños de
una niña llamada Lilus Kikus para quien la vida retoñó demasiado pronto
Lilus sabía poner
orden en el mundo sólo con estarse quieta, sentada en la escalera espiral de su
imaginación, donde sucedían las cosas más asombrosas, mientras con los ojos
miraba cómo se esfumaba el rocío y un gato se mordía la cola o crecía la
sonrisa de la primavera. Luego, de pronto, sentía que los limones estaban
enfermos y que sólo inyectándoles café negro con azúcar podía aliviarlos de su
amargura.
Pero Lilus era
también endiabladamente inquieta: corría a preguntarle a un filósofo si él era
el dueño de las lagartijas que tomaban el sol fuera de su ventana.
También divagaba en
cómo hacerle a Dios un nido en su alma sin cometer adulterio e investigaba con
su criada Ocotlana de qué tamaño y sabor eran los besos que le daba su novio.
Todo en este libro es
mágico y está lleno de olas de mar o de amor como el tornasol que sólo se
encuentra, tan sólo en los ojos de los niños.
Juan Rulfo
Ficción Universidad Veracruzana 1967
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