Es la noche ideal para amarnos. Con los husos horarios
adecuados, con la partitura lista y el metrónomo perfecto. Con la rosa de los
vientos orientada, con los corazones vestidos de rojo sobre las manos y mi
ansiedad por tenerte entre las piernas, besarte plenamente, saber de ti a
través de tus resquicios y hendiduras, olerte y enajenarme con tu aroma a
cedrón maduro, explorar tus oquedades, tus axilas, tus pies enormes.
Es la noche ideal para acariciarnos una y cientos de veces
hasta que quede moribundo, hirviendo eternamente en el aceite de tu piel
fascinante. La luz que me baña, registra las costuras de mi cuerpo, me traspasa
y mis células son diáfanas en la inmensidad del cielo.
No puedo negarte mi presencia, tu mirada consume el calcio de
mis huesos, la membrana que cubre los órganos del tórax, el gel espeso de mis
venas. Me entrego todo a ti, ensopado en la marisma de los sexos.
José González Gálvez
José González Gálvez
Febrero de 2017
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