Luz de abismo en los ojos dilatados.
Concepción Urquiza
Son muchos los murmullos
el olor a láudano que me duerme
los meses que se hacen lluvia
y mojan la digestión de cada día.
Te despierta el minutero agotado
un espacio que se angosta hasta desaparecer
el sueño que abrazados soñamos
en latidos de tu corazón cansado.
Te desencuentras en planos de luz
que te hieren por segmentos
en hervores fragancia a madera que cruje.
Eres áspera como corteza de cuajilote
amarga como agua del desierto
por eso te bautizaron Mara
porque tu sal es cuerpo que volteó
y se contempló mujer de siete rostros.
En ocasiones el llanto sabe a pólvora
azufre templado bajo combustión interna
carne que se abre como floración hambrienta
fotosíntesis en verde y soles perturbados.
Existes porque te repites en un eco
hégira que fue y siempre continua
como caravana de polvo sin color.
Mañana, cuando ya no tenga sentido
cuando deje de ser útil en tu repertorio
en el mapa sin límites de tu geografía
cuando me desperdigue en residuos de calcio
clava un madero en el costado de la noche.
José González Gálvez
Noviembre de 2010
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