lamo la herida incansablemente abierta
como una inflorescencia
temprana.
Un océano de pétalos
nos inunda
furiosa marejada en su
prisión secreta.
La luna extravía su luz,
te invento, polinizada
giras
con el chasquido de los
besos.
Eres un enigma en la
palma de mi mano.
En el naufragio,
las sábanas al aire son
fragatas
que vuelan y reposan
silenciosas en tiempo
adormecido.
Tu piel es ahora
vasallaje,
sucumbes al dolor y no
te importa,
te sabes sumisa y te abandonas
tu piel es mi piel
eternamente sacralizada.
José González Gálvez
José González Gálvez
Junio de 2015