I
Ustedes dirán que es pura necedad la mía,
que es un desatino lamentarse de la suerte,
y cuantimás de esta tierra pasmada
donde nos olvidó el destino.
La verdad es que cuesta trabajo aclimatarse al
hambre.
Y aunque digan que el hambre
repartida entre muchos
toca a menos,
lo único cierto es que todos aquí
estamos a medio morir
y no tenemos siquiera
donde caernos muertos.
Según parece
ya nos viene de a derecho la de malas.
Nada de que hay que echarle nudo ciego a este
asunto.
Nada de eso.
Desde que el mundo es mundo
hemos echado a andar con el ombligo pegado al
espinazo
y agarrándonos del viento con las uñas.
Se nos regatea hasta la sombra,
y a pesar de todo así seguimos:
medio aturdidos por el maldecido sol
que nos cunde a diario a despedazos,
siempre con la misma jeringa,
como si quisiera vivir más el rescoldo.
Aunque bien sabemos
que ni ardiendo en brasas
se nos prenderá la suerte.
Pero somos porfiados.
Tal vez esto tenga compostura.
El mundo está inundado de gente como nosotros,
de mucha gente como nosotros.
Y alguien tiene que oírnos,
alguien y algunos más,
aunque les revienten o reboten nuestros gritos.
No es que seamos alzados,
ni es que le estemos pidiendo limosnas a la luna.
Ni está en nuestro camino buscar de prisa la
covacha,
o arrancar pa´l monte
cada vez que nos cuchilean los perros.
Alguien tendrá que oírnos.
Cuando dejemos de gruñir como avispas en enjambre,
o nos volvamos cola de remolino,
o cuando terminemos por escurrirnos sobre la tierra
como un relámpago de muertos,
entonces
tal vez llegue a todos el remedio.
II
Cola de relámpago
remolino de muertos.
Con el vuelo que
llevan,
poco les durará es
esfuerzo.
Tal vez acaben
deshechos en espuma
o se los trague este
aire lleno de cenizas.
Y hasta pueden perderse
yendo a tientas
entre la revuelta
oscuridad.
Al fin y al cabo ya son
puro escombro.
El alma se ha de haber
partido
de tanto darle
potreones a la vida.
Puede que se acalambren
entre las hebras
heladas de la noche.
O el miedo los liquide
borrándoles hasta el
resuello.
San Mateo amaneció ayer
con la cara ensombrecida.
Ruega
por nosotros.
Ánimas benditas del
purgatorio.
Ruega
por nosotros.
Tal alta que está la
noche y ni con qué velarlos.
Ruega
por nosotros.
Santo Dios, Santo
Inmortal.
Ruega
por nosotros.
Ya están todos
pachiches de tanto que el sol les ha sorbido el jugo.
Ruega
por nosotros.
Santo san Antoñito.
Ruega
por nosotros.
Atajo de malvados,
retahíla de vagos.
Ruega por nosotros.
Cáfila de bandidos.
Ruega
por nosotros.
Al menos éstos ya no
vivirán calados por el hambre.
Imagen: Rubén Gámez